El cuerpo - 01 de abril de 2010
No tiene miedo - 02 de abril de 2010
Una de las características de Jesús, es que él no tiene miedo de meterse entre la gente despreciada. Jesús no tiene miedo de mezclarse con los pecadores y su ‘mala junta'; entre los excluidos y los que se autoexcluyen.
Cuando los que se creen buenos se lo reclaman, Jesús dice que no vino para los justos sino para los pecadores. Jesús no tiene miedo de contagiarse del mal. Su amor misericordioso es más fuerte que todos los males. Es más, afirmamos que cargó con todos los pecados del mundo, los míos y los tuyos. Y lo vemos cargando con un juicio, una condena, azotes y burlas.
Pero Jesús carga los males para ponerlos en su lugar; para aniquilarlos en sí mismo. Jesús carga con los errores, como el médico que se hace cargo de la herida para curarla. ‘En sus llagas somos curados', dicen los Escritos sagrados.
Jesús no tiene miedo de meterse entre nosotros y se hace cargo misericordiosamente de nosotros para curarnos a fondo. Él no se contagia de nuestros errores, pero nosotros sí podemos contagiamos de su amor que cura, si lo dejamos entrar en nuestra vidas y ponemos nuestros pecados en sus manos. Aprovechemos que Jesús no tiene miedo, entreguémosle nuestros males y pecados y dejémonos curar por él, que no ha venido para los justos sino para los pecadores.
Un nuevo parto - 03 de abril de 2010
Enlutada y con una espada traspasándole el alma, representamos a la Virgen Madre al pié de la cruz. Se cumplió la profecía de Simeón: “cuando ella fue a presentar a Jesús chiquito en el templo” Simeón le dijo “una espada te traspasará el alma”.
Esto se da sin medida en la cruz, porque no debe haber dolor más grande para una madre que la muerte de un hijo. Ella permaneció de pié junto a la cruz. Podemos pensar en las madres conocidas que han pasado por esto.
La paradoja cristiana es que el dolor tiene que ver con la fecundidad. Para acompañar al Hijo y para que entremos nosotros en su corazón, el corazón de la madre se abre, se agranda, se llena de nosotros, pero con el dolor de la espada que atraviesa el alma. Es un parto nuevo de la Virgen Madre.
El corazón del Hijo y el alma de la madre son atravesados por lanza y espada, abiertos así para que nadie quede afuera, para que todos puedan entrar, buscando allí el consuelo del amor de Dios, más fuerte que el mal y que la muerte.
Será por eso, pienso, que aún cuando ella llora y sufre tanto en el calvario, por las heridas del cuerpo y el alma de su hijo, nosotros no sentimos que tenemos que pedirle perdón y cuando nos acercamos, nos acercamos con confianza, para que ella nos abrase en el amor de Madre y nos consuele en Dios. Porque el misterio del dolor y el gozo de los partos.
Jesús Semilla - 04 de abril de 2010
‘Yo soy el Pan vivo bajado del cielo , dice Jesús, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna'. Jesús resucitado es semilla en nosotros.
Y ¿Cómo se siembra en nosotros Jesús resucitado? Jesús resucitado se siembra en nosotros por la Eucaristía :”Yo soy el Pan vivo bajado del cielo”, dice Jesús. El Pan que yo daré es mi carne (resucitada) para la Vida del mundo, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Así como podemos decir que, en el surco la semilla del pan es la semilla de trigo. Así podemos decir que la semilla de la resurrección en nuestra carne es el Cuerpo resucitado de Jesús en el sacramento de la Eucaristía.
Yo soy el Pan vivo bajado del cielo, dice Jesús, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. El surco de mi alma y tu alma puede quedar vacío, desierto. Abierto y vacío, puede caer en él una semilla buena o venenosa. Pero siempre, y eso es bueno, podemos ofrecerle a Jesús este surco herido del alma, para que él siembre allí su propia Resurrección, su Vida Eterna y santa en el Amor de Dios.
‘El Pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo' dice Jesús, invitándonos a recibirlo en nuestra vida. Cuando no podemos comulgar en el templo, por distintos motivos, podemos hacer la comunión espiritual manifestando el deseo de recibir a Jesús: Buen Maestro, rechazo el mal, deseo recibirte espiritualmente para vencer la muerte del pecado y llenarme de tu Vida.
Germen de Vida - 06 de abril de 2010
La fe es un germen de vida que nos permite alcanzar la estatura y la belleza humana en plenitud.
Jesús habla de la semilla que cae en tierra buena y da mucho fruto. Nuestro Maestro compara la fe con un grano de mostaza, que es el más pequeño y sin embargo, cuando crece es el árbol más grande. También se refiere a la levadura que hace crecer la masa.
Sí, la fe es un germen que nos permite crecer y alcanzar la estatura y la belleza humana a las que estamos llamados; aquella para la que estamos hechos.
La fe da sentido y orienta este crecimiento desde adentro. Orienta como fuerza que nos mueve y eleva hacia la estatura mayor del ADN espiritual: somos hijos de Dios.
Por eso, todo aquel que abre el corazón en Jesús, a la fe, este germen de vida sobrenatural, lo hace crecer, le da fuerza, le da luz para alcanzar el destino al que está llamado.
No basta el alimento material para crecer humanamente. La fe es tan necesaria en la vida como el pan y se alimenta con la oración, la contemplación de los misterios de la vida de Cristo en el Evangelio y la eucaristía.
La fe se puede pedir - 07 de abril de 2010
A Jesús se le va juntando gente , cuando aquellos escuchan que Jesús cura el cuerpo y el alma. La fe en Jesús mueve a multitud de personas y cada vez son más los que se juntan en el Evangelio. Y ahí mismo entre la gente que Jesús va juntando, se ve claro que la fe es algo que también se puede pedir.
Sí, la fe se puede pedir. Un papá desesperado porque tiene a su hijo muy enfermo, le pide a Jesús que lo cure. Él le pregunta si tiene fe, y este papá le responde que sí, pero le pide que se la aumente: ‘Creo, pero aumenta mi fe' le dice.
Muchas veces rezamos cuando estamos desesperados, cuando peligra nuestra vida, por la salud de los seres queridos, el trabajo. A veces rezamos porque ya no nos queda otro recurso y lo hacemos por las dudas. Pero bendito sea el Señor, porque de cualquier modo estamos rezando, y Jesús está ahí, para escucharnos. Recemos aunque la fe sea muy chiquita, y pidámosle a Jesús que aumente nuestra fe: “Jesús, aunque seas un misterio muy grande, abro hoy mi corazón, rogando que siembres en la tierra de mi vida ese germen de la fe que me hace crecer, que me permitirá alcanzar la estatura y la belleza del ser humano en plenitud, como los santos”.
Espectadores Acomodaticios - 08 de abril de 2010
Es fuerte Jesús cuando dice: ‘Porque no eres frío ni caliente te voy a vomitar de mi boca'.
Es duro porque es un verdadero problema cuando en vez de sangre parece que tenemos jugo de tomate. Cuando no nos comprometemos con nada para no trabajar y no sufrir, pero tampoco gozamos ni tenemos paz. Cuando nos acomodamos apenas la pasamos bien un poco, o tenemos solo el alivio mentiroso del que no se juega, como Pilato.
Jesús se juega, se mete entre los pecadores y nos llama. Lo hizo con Pedro, con Mateo, hasta con Judas. Lo hace hoy conmigo y con vos, porque Jesús confía que si ya estamos comprometidos con el error dañino, si él nos llama podemos comprometernos con el bien con la misma fuerza. Si vencemos el orgullo y aceptamos que nos equivocamos. Y ¡qué difícil es aceptar que me equivoqué!
Una vez Jesús, impresionado por el desinterés por todo y la comodidad de la gente que lo escuchaban solo como espectadores, incapaces de jugarse por nada, les dijo: “Ustedes se parece a esos que cuando en la plaza tocan la flauta no bailan, y cuando pasan con un muerto no lloran".
El problema es cuando no somos capaces de comprometernos con nada y vivimos como espectadores acomodaticios, sin involucrarnos con la vida. “Jesús, no quiero ser un espectador acomodaticio. Que escuche tu llamado a comprometerme con la vida, con el amor, con la verdad, con la paz, y te siga”.
Síndrome de Abstinencia - 09 de abril de 2010
“Renegué de la guardia médica del Sábado Santo, porque no podría celebrar la Pascua en la iglesia con los míos -contó la Dra. Claudia. Cuando creí que las emergencias habían concluido, dijo, abrí el Evangelio para rezar. De pronto viene llorando la madre de un niño internado en pediatría; ansiosa, temblando, con taquicardia. Síndrome de Abstinencia diagnostiqué. Tiene 25 años y se droga desde los 14. Me contó de maltratos y abusos, de miseria y de hambre; de lo que pasa en la calle, de la cárcel. Me dijo que sabía que para acompañar a su hijito internado debía estar limpia de droga, que su hijo merecía una buena madre, pero esa tarde había conseguido cocaína. Le pregunte si había consumido y me dijo que no, y con lágrimas en los ojos me entregó el paquete de cocaína, símbolo de muerte y destrucción. En silencio abrí la canilla y arrojé la droga por el lavatorio. La droga se escurrió con las aguas servidas.
Le expliqué que era un "Paso" importante el que había dado. Un verdadero Paso de la Muerte a la Vida , que solo se puede dar por AMOR, como Jesús en Semana Santa.
Le inicié un tratamiento para la Abstinencia , la puse en contacto con los narcóticos anónimos y con la asistente social del hospital. Y comprendí entonces que en esa Semana Santa no estaba tan lejos de los míos y que había vivido de manera especial la Pascua de Jesús; su paso de la muerte a la vida en el corazón de una joven mamá”.
No está aquí - 10 de abril de 2010
Dice que la mujer fue de madrugada cuando todavía estaba oscuro. Cuando llegó, la mujer se encontró que la piedra que tapaba la entrada estaba corrida y que el cuerpo no estaba allí. Fue a contarle a otros dos. Los dos fueron corriendo y vieron lo mismo: la piedra estaba corrida, el cuerpo no estaba, y las vendas que lo habían cubierto estaban vacías y en el suelo.
La mujer es María Magdalena. Los discípulos testigos son Pedro y Juan, en el primer momento. Y dice el Evangelio que ellos vieron y creyeron aquello que Jesús ya les había anunciado: que resucitaría al tercer día de entre los muertos.
Ese Domingo de Pascua, en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Dolores, escuchamos este evangelio muy temprano, cuando recién empezaba a despuntar el sol. Yo había salido de la casa al templo de madrugada, como dice el evangelio de la mujer. Llegue al templo y la puerta del templo estaba abierta, lo mismo que la tumba de Jesús aquel domingo esencial, extraordinario. Iluminados bellamente por la luz del cirio pascual muchos rezaban dentro del templo.
Empezamos la celebración de la misa, escuchamos este mismo evangelio, y sobre el altar pulcro, cubierto con el mantel blanco que representa las vendas vacías de la tumba, sostuve y adoré el Cuerpo de Jesús resucitado, después de la consagración, la hostia inmaculada.
Fue exactamente igual que lo que sucedió aquella madruga del primer domingo esencial y esperado de la pascua increíble, la resurrección de Jesús. Resucitó el Señor ¡Aleluya!
Abrevando la sed - 11 de abril de 2010
Es como un manantial, como una fuente casi invisible.
Ellos fueron y vinieron por la vida en trabajos y cosas, y de pronto han sentido la sed. Sí, mucha sed. Pero no solamente sintieron la sed. También supieron darse cuenta que no es una sed cualquiera, una sed física. Es una sed espiritual.
A veces, en la vida, confundimos la sed.
El agua espiritual, lo mismo que el agua material limpia y vivifica.
Entonces recordaron esa Fuente espiritual que mana el agua de la Vida. Recordaron que sus padres, padrinos y familiares los habían hecho abrevarse desde muy pequeños con el agua espiritual que limpia y da vida en el sacramento del bautismo. Ellos ya vieron o escucharon que el agua espiritual que limpia y da vida es la que brota del corazón traspasado de Jesús en la cruz. Por eso dejaron todo el Jueves santo, el Viernes santo, también el Sábado santo para ir a esta fuente y abrevar la sed con el Agua espiritual que brota del corazón traspasado de Jesús.
Se acercaron a la Fuente, al manantial inagotable en el sacramento de la Eucaristía , en el sacramento de la reconciliación y el perdón, en la oración. Para beber se arrodillaron del ante de Dios en lo más hondo del corazón, como se hace para beber del manantial que brota de lo profundo de la tierra y que también se alimenta de la lluvia del cielo. Se abrevaron en la fuente espiritual de los sacramentos y quedaron saciados.
Vos ¿Sabes distinguir la sed espiritual?, ¿Con qué la aplacas? Domingo a domingo, más lejos o más cerca, la fuente está abierta también para vos en el templo más cercano.
Un ciclo espiritual – 12 de abril de 2010
Parecía una burla - 13 de abril de 2010
¿Quién no ha sentido miedo? Por eso contempló de lejos. Hubo una lucha muy fuerte dentro suyo entre el amor y el miedo. Las fuerzas que agredieron a su amigo eran tan poderosas, que si podían con su amigo podrían también con él. Se mantuvo a distancia. Pero aún de lejos era imposible no ver cómo se fue muriendo mientras lo golpeaban y ejecutaban. El cuerpo roto, con las heridas rojo oscuro, contrastando con la palidez de la muerte, se le encajó en el alma como un hueco pesado de dolor, angustia y desconsuelo, por haber perdido para siempre aquel amigo único, extraordinario.
¿Qué hace un enloquecido por el desconsuelo? Supongo que por aquel tiempo también el alcohol y la droga ahogaban las penas de los abandonados y afligidos por un duelo. Podemos deducir que anduvo errante, como un vagabundo que da vuelta sin sentido. Los testigos afirman que él no volvió con sus amigos. Andaba muriéndose con la imagen del amigo muerto dentro del corazón, como si él mismo fuera su sepulcro.
Por eso le pareció una burla cruel y macabra cuando le dijeron que el amigo estaba vivo. Sin embargo, Jesús resucitado estaba ahí, del ante de él y de pie, ofreciéndole las mismas heridas de la cruz para que las tocara. Y él -que no podía creer de alegría-, las tocó. Mejor dicho, metió los dedos y sintió. Sintió el calor y el pulso fuerte de la vida latiendo en carne viva en el corazón de Cristo en la propia yema de sus dedos. Se puso de rodillas y enloquecido de amor y de alegría dijo solamente: ‘Señor mío y Dios mío'. Gracias Tomás por tu testimonio que me ayuda a creer.
Reza muy bien - 14 de abril de 2010
El peregrino llegó al santuario. Hizo el sacrificio, la peregrinación, como una promesa para rogar por cosas importantes para él y su familia, para su esposa y los chicos.
En el santuario Ramón encontró la imagen gigante de Jesús. Cristo tiene las llagas de su muerte en la cruz, pero está de pie, vivo, resucitado, bendiciendo.
Delante de la imagen de Jesús resucitado, el peregrino rezó pidiendo la bendición de Dios. Son cosas simples, pero él sabe que no puede solo. Esa es su sabiduría. Por eso pide a Jesús ayuda.
El peregrino pide salud y pide bien. Nadie tiene más salud que el cuerpo resucitado de Jesús y si estamos unidos a Jesús resucitaremos con él, prometen los escritos sagrados.
Después de tanto trabajo, como tuvo Jesús en el camino de la cruz y en la cruz, con su cuerpo resucitado ya no sufre más.
El peregrino pide el pan para la mesa de su familia, que está ganándose con el sudor de su frente y pide bien, porque Jesús es Pan de amor para la vida del mundo, en la comunión.
El peregrino pide paz y unidad para la familia, y pide bien porque Jesús resucitado nos da la paz del perdón, la paz del amor de Dios y de la familia que Jesús conquistó para la felicidad de todos los hijos de Dios.
Es muy sabio el peregrino, porque estas cosas que pide están en el Padrenuestro, la oración que nos Jesús enseñó.
Comparte lo pequeño - 15 de abril de 2010
Cuando hablamos de ese misterio tan grande que es Jesús y decimos que Dios se hizo hombre, estamos afirmando que Dios comparte con nosotros los lazos de la sangre, de la carne, de la tierra sobre la que vivimos. Pero Dios no comparte en lo grande y distante, en lo lejano. Comparte lo más importante y profundo que es la familia, y también lo más pequeño y cotidiano, lo de todos los días.
Pero son esas cosas pequeñas de todos los días las que terminan manifestando el verdadero amor, el amor profundo, el amor que se juega en las pequeñas cosas, como lo hace un padre o una madre por sus hijos, como lo hace una esposa por su esposo, o un esposo por su esposa. Lo que hace todos los días un hermano por su hermano o por su hermana.
Dios nos ama así, desde lo más profundo, desde la carne y la sangre, y desde lo más pequeño, como es pequeño el pan que él mismo se hace para alimentar nuestro amor de hermanos y a Dios. “Tomen y coman. Es mi cuerpo que será entregado por ustedes”; “ámense entre ustedes, como los amo yo”.
Guillermo Ortiz SJ – Reflexiones 21
El cuerpo está ahí, colgado de la cruz, víctima de reconciliación.
El cuerpo está ahí, representado por infinidad de pinturas y de imágenes artísticas de culto, de devoción... Pero sobre todo el Cuerpo está en el altar, por el rito sagrado que repite y actualiza el misterio incomprensible. Solo es visible el pan consagrado.
‘Este es mi cuerpo que será entregado por ustedes... Este es el cáliz de mi sangre.'
El cuerpo se encuentra ahí, lo sostienen las manos demasiado humanas del sacerdote, frágiles como él, como el pan que la fe dice que ya no es pan, es el Cuerpo de Cristo. Es el Cuerpo resucitado, que aunque estuvo colgado, trascendió la muerte, la venció. Cuando los discípulos fueron al sepulcro donde lo habían enterrado muerto, atestiguan que el cuerpo no estaba, pero después lo vieron y tocaron sus llagas de su cuerpo con sus propias manos y él comió con ellos...
Es el Cuerpo, pero también es la sangre, el alma, la divinidad. Es Jesucristo. Es Jesucristo entero, así como se ofreció y se nos ofrece por la vida del mundo también hoy.
El cuerpo está ahí, representado por infinidad de pinturas y de imágenes artísticas de culto, de devoción... Pero sobre todo el Cuerpo está en el altar, por el rito sagrado que repite y actualiza el misterio incomprensible. Solo es visible el pan consagrado.
‘Este es mi cuerpo que será entregado por ustedes... Este es el cáliz de mi sangre.'
El cuerpo se encuentra ahí, lo sostienen las manos demasiado humanas del sacerdote, frágiles como él, como el pan que la fe dice que ya no es pan, es el Cuerpo de Cristo. Es el Cuerpo resucitado, que aunque estuvo colgado, trascendió la muerte, la venció. Cuando los discípulos fueron al sepulcro donde lo habían enterrado muerto, atestiguan que el cuerpo no estaba, pero después lo vieron y tocaron sus llagas de su cuerpo con sus propias manos y él comió con ellos...
Es el Cuerpo, pero también es la sangre, el alma, la divinidad. Es Jesucristo. Es Jesucristo entero, así como se ofreció y se nos ofrece por la vida del mundo también hoy.
Una de las características de Jesús, es que él no tiene miedo de meterse entre la gente despreciada. Jesús no tiene miedo de mezclarse con los pecadores y su ‘mala junta'; entre los excluidos y los que se autoexcluyen.
Cuando los que se creen buenos se lo reclaman, Jesús dice que no vino para los justos sino para los pecadores. Jesús no tiene miedo de contagiarse del mal. Su amor misericordioso es más fuerte que todos los males. Es más, afirmamos que cargó con todos los pecados del mundo, los míos y los tuyos. Y lo vemos cargando con un juicio, una condena, azotes y burlas.
Pero Jesús carga los males para ponerlos en su lugar; para aniquilarlos en sí mismo. Jesús carga con los errores, como el médico que se hace cargo de la herida para curarla. ‘En sus llagas somos curados', dicen los Escritos sagrados.
Jesús no tiene miedo de meterse entre nosotros y se hace cargo misericordiosamente de nosotros para curarnos a fondo. Él no se contagia de nuestros errores, pero nosotros sí podemos contagiamos de su amor que cura, si lo dejamos entrar en nuestra vidas y ponemos nuestros pecados en sus manos. Aprovechemos que Jesús no tiene miedo, entreguémosle nuestros males y pecados y dejémonos curar por él, que no ha venido para los justos sino para los pecadores.
Un nuevo parto - 03 de abril de 2010
Enlutada y con una espada traspasándole el alma, representamos a la Virgen Madre al pié de la cruz. Se cumplió la profecía de Simeón: “cuando ella fue a presentar a Jesús chiquito en el templo” Simeón le dijo “una espada te traspasará el alma”.
Esto se da sin medida en la cruz, porque no debe haber dolor más grande para una madre que la muerte de un hijo. Ella permaneció de pié junto a la cruz. Podemos pensar en las madres conocidas que han pasado por esto.
La paradoja cristiana es que el dolor tiene que ver con la fecundidad. Para acompañar al Hijo y para que entremos nosotros en su corazón, el corazón de la madre se abre, se agranda, se llena de nosotros, pero con el dolor de la espada que atraviesa el alma. Es un parto nuevo de la Virgen Madre.
El corazón del Hijo y el alma de la madre son atravesados por lanza y espada, abiertos así para que nadie quede afuera, para que todos puedan entrar, buscando allí el consuelo del amor de Dios, más fuerte que el mal y que la muerte.
Será por eso, pienso, que aún cuando ella llora y sufre tanto en el calvario, por las heridas del cuerpo y el alma de su hijo, nosotros no sentimos que tenemos que pedirle perdón y cuando nos acercamos, nos acercamos con confianza, para que ella nos abrase en el amor de Madre y nos consuele en Dios. Porque el misterio del dolor y el gozo de los partos.
Jesús Semilla - 04 de abril de 2010
‘Yo soy el Pan vivo bajado del cielo , dice Jesús, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna'. Jesús resucitado es semilla en nosotros.
Y ¿Cómo se siembra en nosotros Jesús resucitado? Jesús resucitado se siembra en nosotros por la Eucaristía :”Yo soy el Pan vivo bajado del cielo”, dice Jesús. El Pan que yo daré es mi carne (resucitada) para la Vida del mundo, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Así como podemos decir que, en el surco la semilla del pan es la semilla de trigo. Así podemos decir que la semilla de la resurrección en nuestra carne es el Cuerpo resucitado de Jesús en el sacramento de la Eucaristía.
Yo soy el Pan vivo bajado del cielo, dice Jesús, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. El surco de mi alma y tu alma puede quedar vacío, desierto. Abierto y vacío, puede caer en él una semilla buena o venenosa. Pero siempre, y eso es bueno, podemos ofrecerle a Jesús este surco herido del alma, para que él siembre allí su propia Resurrección, su Vida Eterna y santa en el Amor de Dios.
‘El Pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo' dice Jesús, invitándonos a recibirlo en nuestra vida. Cuando no podemos comulgar en el templo, por distintos motivos, podemos hacer la comunión espiritual manifestando el deseo de recibir a Jesús: Buen Maestro, rechazo el mal, deseo recibirte espiritualmente para vencer la muerte del pecado y llenarme de tu Vida.
Germen de Vida - 06 de abril de 2010
La fe es un germen de vida que nos permite alcanzar la estatura y la belleza humana en plenitud.
Jesús habla de la semilla que cae en tierra buena y da mucho fruto. Nuestro Maestro compara la fe con un grano de mostaza, que es el más pequeño y sin embargo, cuando crece es el árbol más grande. También se refiere a la levadura que hace crecer la masa.
Sí, la fe es un germen que nos permite crecer y alcanzar la estatura y la belleza humana a las que estamos llamados; aquella para la que estamos hechos.
La fe da sentido y orienta este crecimiento desde adentro. Orienta como fuerza que nos mueve y eleva hacia la estatura mayor del ADN espiritual: somos hijos de Dios.
Por eso, todo aquel que abre el corazón en Jesús, a la fe, este germen de vida sobrenatural, lo hace crecer, le da fuerza, le da luz para alcanzar el destino al que está llamado.
No basta el alimento material para crecer humanamente. La fe es tan necesaria en la vida como el pan y se alimenta con la oración, la contemplación de los misterios de la vida de Cristo en el Evangelio y la eucaristía.
La fe se puede pedir - 07 de abril de 2010
A Jesús se le va juntando gente , cuando aquellos escuchan que Jesús cura el cuerpo y el alma. La fe en Jesús mueve a multitud de personas y cada vez son más los que se juntan en el Evangelio. Y ahí mismo entre la gente que Jesús va juntando, se ve claro que la fe es algo que también se puede pedir.
Sí, la fe se puede pedir. Un papá desesperado porque tiene a su hijo muy enfermo, le pide a Jesús que lo cure. Él le pregunta si tiene fe, y este papá le responde que sí, pero le pide que se la aumente: ‘Creo, pero aumenta mi fe' le dice.
Muchas veces rezamos cuando estamos desesperados, cuando peligra nuestra vida, por la salud de los seres queridos, el trabajo. A veces rezamos porque ya no nos queda otro recurso y lo hacemos por las dudas. Pero bendito sea el Señor, porque de cualquier modo estamos rezando, y Jesús está ahí, para escucharnos. Recemos aunque la fe sea muy chiquita, y pidámosle a Jesús que aumente nuestra fe: “Jesús, aunque seas un misterio muy grande, abro hoy mi corazón, rogando que siembres en la tierra de mi vida ese germen de la fe que me hace crecer, que me permitirá alcanzar la estatura y la belleza del ser humano en plenitud, como los santos”.
Espectadores Acomodaticios - 08 de abril de 2010
Es fuerte Jesús cuando dice: ‘Porque no eres frío ni caliente te voy a vomitar de mi boca'.
Es duro porque es un verdadero problema cuando en vez de sangre parece que tenemos jugo de tomate. Cuando no nos comprometemos con nada para no trabajar y no sufrir, pero tampoco gozamos ni tenemos paz. Cuando nos acomodamos apenas la pasamos bien un poco, o tenemos solo el alivio mentiroso del que no se juega, como Pilato.
Jesús se juega, se mete entre los pecadores y nos llama. Lo hizo con Pedro, con Mateo, hasta con Judas. Lo hace hoy conmigo y con vos, porque Jesús confía que si ya estamos comprometidos con el error dañino, si él nos llama podemos comprometernos con el bien con la misma fuerza. Si vencemos el orgullo y aceptamos que nos equivocamos. Y ¡qué difícil es aceptar que me equivoqué!
Una vez Jesús, impresionado por el desinterés por todo y la comodidad de la gente que lo escuchaban solo como espectadores, incapaces de jugarse por nada, les dijo: “Ustedes se parece a esos que cuando en la plaza tocan la flauta no bailan, y cuando pasan con un muerto no lloran".
El problema es cuando no somos capaces de comprometernos con nada y vivimos como espectadores acomodaticios, sin involucrarnos con la vida. “Jesús, no quiero ser un espectador acomodaticio. Que escuche tu llamado a comprometerme con la vida, con el amor, con la verdad, con la paz, y te siga”.
Síndrome de Abstinencia - 09 de abril de 2010
“Renegué de la guardia médica del Sábado Santo, porque no podría celebrar la Pascua en la iglesia con los míos -contó la Dra. Claudia. Cuando creí que las emergencias habían concluido, dijo, abrí el Evangelio para rezar. De pronto viene llorando la madre de un niño internado en pediatría; ansiosa, temblando, con taquicardia. Síndrome de Abstinencia diagnostiqué. Tiene 25 años y se droga desde los 14. Me contó de maltratos y abusos, de miseria y de hambre; de lo que pasa en la calle, de la cárcel. Me dijo que sabía que para acompañar a su hijito internado debía estar limpia de droga, que su hijo merecía una buena madre, pero esa tarde había conseguido cocaína. Le pregunte si había consumido y me dijo que no, y con lágrimas en los ojos me entregó el paquete de cocaína, símbolo de muerte y destrucción. En silencio abrí la canilla y arrojé la droga por el lavatorio. La droga se escurrió con las aguas servidas.
Le expliqué que era un "Paso" importante el que había dado. Un verdadero Paso de la Muerte a la Vida , que solo se puede dar por AMOR, como Jesús en Semana Santa.
Le inicié un tratamiento para la Abstinencia , la puse en contacto con los narcóticos anónimos y con la asistente social del hospital. Y comprendí entonces que en esa Semana Santa no estaba tan lejos de los míos y que había vivido de manera especial la Pascua de Jesús; su paso de la muerte a la vida en el corazón de una joven mamá”.
No está aquí - 10 de abril de 2010
Dice que la mujer fue de madrugada cuando todavía estaba oscuro. Cuando llegó, la mujer se encontró que la piedra que tapaba la entrada estaba corrida y que el cuerpo no estaba allí. Fue a contarle a otros dos. Los dos fueron corriendo y vieron lo mismo: la piedra estaba corrida, el cuerpo no estaba, y las vendas que lo habían cubierto estaban vacías y en el suelo.
La mujer es María Magdalena. Los discípulos testigos son Pedro y Juan, en el primer momento. Y dice el Evangelio que ellos vieron y creyeron aquello que Jesús ya les había anunciado: que resucitaría al tercer día de entre los muertos.
Ese Domingo de Pascua, en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Dolores, escuchamos este evangelio muy temprano, cuando recién empezaba a despuntar el sol. Yo había salido de la casa al templo de madrugada, como dice el evangelio de la mujer. Llegue al templo y la puerta del templo estaba abierta, lo mismo que la tumba de Jesús aquel domingo esencial, extraordinario. Iluminados bellamente por la luz del cirio pascual muchos rezaban dentro del templo.
Empezamos la celebración de la misa, escuchamos este mismo evangelio, y sobre el altar pulcro, cubierto con el mantel blanco que representa las vendas vacías de la tumba, sostuve y adoré el Cuerpo de Jesús resucitado, después de la consagración, la hostia inmaculada.
Fue exactamente igual que lo que sucedió aquella madruga del primer domingo esencial y esperado de la pascua increíble, la resurrección de Jesús. Resucitó el Señor ¡Aleluya!
Abrevando la sed - 11 de abril de 2010
Es como un manantial, como una fuente casi invisible.
Ellos fueron y vinieron por la vida en trabajos y cosas, y de pronto han sentido la sed. Sí, mucha sed. Pero no solamente sintieron la sed. También supieron darse cuenta que no es una sed cualquiera, una sed física. Es una sed espiritual.
A veces, en la vida, confundimos la sed.
El agua espiritual, lo mismo que el agua material limpia y vivifica.
Entonces recordaron esa Fuente espiritual que mana el agua de la Vida. Recordaron que sus padres, padrinos y familiares los habían hecho abrevarse desde muy pequeños con el agua espiritual que limpia y da vida en el sacramento del bautismo. Ellos ya vieron o escucharon que el agua espiritual que limpia y da vida es la que brota del corazón traspasado de Jesús en la cruz. Por eso dejaron todo el Jueves santo, el Viernes santo, también el Sábado santo para ir a esta fuente y abrevar la sed con el Agua espiritual que brota del corazón traspasado de Jesús.
Se acercaron a la Fuente, al manantial inagotable en el sacramento de la Eucaristía , en el sacramento de la reconciliación y el perdón, en la oración. Para beber se arrodillaron del ante de Dios en lo más hondo del corazón, como se hace para beber del manantial que brota de lo profundo de la tierra y que también se alimenta de la lluvia del cielo. Se abrevaron en la fuente espiritual de los sacramentos y quedaron saciados.
Vos ¿Sabes distinguir la sed espiritual?, ¿Con qué la aplacas? Domingo a domingo, más lejos o más cerca, la fuente está abierta también para vos en el templo más cercano.
Un ciclo espiritual – 12 de abril de 2010
El agua brota pura de lo profundo de la tierra, pero por más honda que sea la fuente también el agua pasa por el cielo. Bajó del cielo, ascendió nuevamente y descendió a la fuente. Tocó el cielo muy alto y fecundó la tierra; se transformó en vegetales y frutos, animales y alimentos, se hizo en nosotros parte de la sangre y el cuerpo como un elemento esencial y vital.
Esencial y vital como la misma Vida de Dios en el cristiano que recibe esta fecundidad divina y espiritual por el bautismo en el agua y el Espíritu Santo.
Esto que aparece en los manuales de la escuela como el ciclo del agua, con el dibujo del vapor, la nube y la lluvia que cae sobre la tierra, es imagen del ciclo espiritual del cristiano.
Lo espiritual es invisible, profundo, pero también sensible y elemental, porque se carga en la fuente que mana de la tierra al agua que limpia y vivifica. Y el sacerdote ungido con el orden sagrado implora la efusión del Espíritu Vivificador y Santificador sobre el agua, para que la persona amasada del polvo de la tierra elemental y material, sea purificada por el bautismo y tenga una vida espiritual y santa, capaz de alcanzar nuevamente el cielo, como el agua.
El bautismo por el agua y el Espíritu Santo saca al bautizado de lo profundo de la tierra, a la que volvemos, y nos eleva hasta el cielo, en ese ciclo espiritual, esencial y vital de la persona humana.
El final de la hermosa oración de la bendición del agua del bautismo dice así: Señor te pedimos que por la gracia de tu hijo descienda sobre el agua de esta fuente el poder del Espíritu Santo, para que por el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resucitemos con él a la vida.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Esencial y vital como la misma Vida de Dios en el cristiano que recibe esta fecundidad divina y espiritual por el bautismo en el agua y el Espíritu Santo.
Esto que aparece en los manuales de la escuela como el ciclo del agua, con el dibujo del vapor, la nube y la lluvia que cae sobre la tierra, es imagen del ciclo espiritual del cristiano.
Lo espiritual es invisible, profundo, pero también sensible y elemental, porque se carga en la fuente que mana de la tierra al agua que limpia y vivifica. Y el sacerdote ungido con el orden sagrado implora la efusión del Espíritu Vivificador y Santificador sobre el agua, para que la persona amasada del polvo de la tierra elemental y material, sea purificada por el bautismo y tenga una vida espiritual y santa, capaz de alcanzar nuevamente el cielo, como el agua.
El bautismo por el agua y el Espíritu Santo saca al bautizado de lo profundo de la tierra, a la que volvemos, y nos eleva hasta el cielo, en ese ciclo espiritual, esencial y vital de la persona humana.
El final de la hermosa oración de la bendición del agua del bautismo dice así: Señor te pedimos que por la gracia de tu hijo descienda sobre el agua de esta fuente el poder del Espíritu Santo, para que por el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resucitemos con él a la vida.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Parecía una burla - 13 de abril de 2010
¿Quién no ha sentido miedo? Por eso contempló de lejos. Hubo una lucha muy fuerte dentro suyo entre el amor y el miedo. Las fuerzas que agredieron a su amigo eran tan poderosas, que si podían con su amigo podrían también con él. Se mantuvo a distancia. Pero aún de lejos era imposible no ver cómo se fue muriendo mientras lo golpeaban y ejecutaban. El cuerpo roto, con las heridas rojo oscuro, contrastando con la palidez de la muerte, se le encajó en el alma como un hueco pesado de dolor, angustia y desconsuelo, por haber perdido para siempre aquel amigo único, extraordinario.
¿Qué hace un enloquecido por el desconsuelo? Supongo que por aquel tiempo también el alcohol y la droga ahogaban las penas de los abandonados y afligidos por un duelo. Podemos deducir que anduvo errante, como un vagabundo que da vuelta sin sentido. Los testigos afirman que él no volvió con sus amigos. Andaba muriéndose con la imagen del amigo muerto dentro del corazón, como si él mismo fuera su sepulcro.
Por eso le pareció una burla cruel y macabra cuando le dijeron que el amigo estaba vivo. Sin embargo, Jesús resucitado estaba ahí, del ante de él y de pie, ofreciéndole las mismas heridas de la cruz para que las tocara. Y él -que no podía creer de alegría-, las tocó. Mejor dicho, metió los dedos y sintió. Sintió el calor y el pulso fuerte de la vida latiendo en carne viva en el corazón de Cristo en la propia yema de sus dedos. Se puso de rodillas y enloquecido de amor y de alegría dijo solamente: ‘Señor mío y Dios mío'. Gracias Tomás por tu testimonio que me ayuda a creer.
Reza muy bien - 14 de abril de 2010
El peregrino llegó al santuario. Hizo el sacrificio, la peregrinación, como una promesa para rogar por cosas importantes para él y su familia, para su esposa y los chicos.
En el santuario Ramón encontró la imagen gigante de Jesús. Cristo tiene las llagas de su muerte en la cruz, pero está de pie, vivo, resucitado, bendiciendo.
Delante de la imagen de Jesús resucitado, el peregrino rezó pidiendo la bendición de Dios. Son cosas simples, pero él sabe que no puede solo. Esa es su sabiduría. Por eso pide a Jesús ayuda.
El peregrino pide salud y pide bien. Nadie tiene más salud que el cuerpo resucitado de Jesús y si estamos unidos a Jesús resucitaremos con él, prometen los escritos sagrados.
Después de tanto trabajo, como tuvo Jesús en el camino de la cruz y en la cruz, con su cuerpo resucitado ya no sufre más.
El peregrino pide el pan para la mesa de su familia, que está ganándose con el sudor de su frente y pide bien, porque Jesús es Pan de amor para la vida del mundo, en la comunión.
El peregrino pide paz y unidad para la familia, y pide bien porque Jesús resucitado nos da la paz del perdón, la paz del amor de Dios y de la familia que Jesús conquistó para la felicidad de todos los hijos de Dios.
Es muy sabio el peregrino, porque estas cosas que pide están en el Padrenuestro, la oración que nos Jesús enseñó.
Comparte lo pequeño - 15 de abril de 2010
Cuando hablamos de ese misterio tan grande que es Jesús y decimos que Dios se hizo hombre, estamos afirmando que Dios comparte con nosotros los lazos de la sangre, de la carne, de la tierra sobre la que vivimos. Pero Dios no comparte en lo grande y distante, en lo lejano. Comparte lo más importante y profundo que es la familia, y también lo más pequeño y cotidiano, lo de todos los días.
Pero son esas cosas pequeñas de todos los días las que terminan manifestando el verdadero amor, el amor profundo, el amor que se juega en las pequeñas cosas, como lo hace un padre o una madre por sus hijos, como lo hace una esposa por su esposo, o un esposo por su esposa. Lo que hace todos los días un hermano por su hermano o por su hermana.
Dios nos ama así, desde lo más profundo, desde la carne y la sangre, y desde lo más pequeño, como es pequeño el pan que él mismo se hace para alimentar nuestro amor de hermanos y a Dios. “Tomen y coman. Es mi cuerpo que será entregado por ustedes”; “ámense entre ustedes, como los amo yo”.
Guillermo Ortiz SJ – Reflexiones 21
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